La elegancia de Charles Gosme —de su música, de su voz— llega a un punto en el que hace parecer mundana cualquier cosa que te rodea. Si cierras los ojos y te dejas llevar por su sonido, te transportas a una especie de realidad paralela en la que todo es más noble, más sosegado, menos mediocre…

El caminar firme de su piano y su violonchelo se mezcla con su voz profunda para enterrarnos en una muerte llena de vida.

Sin estridencias, sin difamaciones.

Un destello para las almas atormentadas, una fiesta para los corazones felices.

Si no me crees, visita la web de Charles Gosme, recorre cada sonido y vuelve para decirme si me equivocaba.